Aunque su naturaleza y propósito difieren de los del mercado privado, en el sector de los servicios públicos y las instituciones públicas también encontramos algunas barreras de entrada, que, en este caso, están fuertemente ligadas a la regulación y a la eficiencia técnica.
1. Monopolios naturales
Muchos servicios públicos se caracterizan por ser monopolios naturales, lo que constituye la barrera estructural de entrada más importante.
- Infraestructura irrepetible: El costo de construir la infraestructura necesaria para distribuir un servicio (red eléctrica, tuberías de agua, red de gas) es tan inmenso que resulta ineficiente o logísticamente inviable duplicarlo. No tiene sentido económico que dos empresas tiendan cables de electricidad paralelos en la misma calle.
- Ejemplo: Una nueva empresa de agua necesita construir su propia red de acueductos y saneamiento para competir con la red existente. El costo es prohibitivo.
- Economías de escala extensas: En un monopolio natural, el costo medio total de producción siempre disminuye a medida que aumenta la producción. Por lo tanto, una sola empresa puede satisfacer la demanda de todo el mercado a un costo más bajo que si lo hicieran dos o más empresas pequeñas.
La regulación estatal o la propiedad pública de estos servicios existe precisamente para controlar este monopolio natural y evitar el abuso de poder de mercado, pero la estructura misma del sector funciona como una barrera de entrada casi infranqueable.
2. Barreras en la contratación e instituciones públicas
Cuando las instituciones públicas (administraciones, ministerios, ayuntamientos) buscan adquirir bienes o servicios de proveedores privados a través de licitaciones, también existen barreras de entrada, principalmente de tipo legal y administrativo:
- Barreras legales y administrativas: Los procesos de contratación pública son complejos y exigen mucha burocracia, lo que desalienta la participación de pequeñas empresas o startups. Esto incluye:
- Requisitos de elegibilidad y documentación: Exigencia de garantías, certificaciones, experiencia previa o una capacidad técnica y financiera desproporcionada.
- Procesos largos: El tiempo que dura una licitación puede ser demasiado extenso para una empresa pequeña, limitando su flujo de caja y capacidad de respuesta.
- Barreras de reputación y experiencia: Las entidades públicas suelen valorar la experiencia previa en el sector público. Una empresa nueva sin un historial de contratos con el Estado tendrá dificultades para competir contra un proveedor establecido.
- Requisitos no esenciales: A veces, las licitaciones exigen requisitos técnicos que no son estrictamente necesarios para el bien o servicio, sino que están diseñados para favorecer a los competidores ya instalados.